World of Coca-Cola

Finalmente pude llevar a la familia a conocer el que fue mi lugar de trabajo por apenas más que un mes. La pasamos bien, fue divertido. Visto a la distancia se puede pensar que es una pena que haya dejado ese trabajo, aunque mientras duró se hizo interminable. Mi trabajo fue fotografiar a los visitantes con la idea de que luego compraran las fotos. La idea era agarrarlos desprevenidos y sacar la foto medio de prepo, mientras todavía no tenían mucha idea de qué era lo que estaba pasando. Seguramente les habrá tocado vivir algo similar, ya que este tipo de negocio está muy expandido. En mi visita a Buenos Aires recuerdo que ni bien entramos al Jardín Zoológico los fotógrafos, que más que fotógrafos parecían aves rapaces, se avalanzaron sobre nosotros, nos tomaron por el hombro e intentaron llevarnos hacia donde esperaba el fotógrafo, a lo que sin dudar yo respondí, "no gracias", y me di vuelta para zafarme. Quizá sea linda la idea de comprar alguna foto de recuerdo, pero la modalidad de trabajo de esta gente sinceramente quita las ganas. Y de pronto me vi haciendo lo mismo por ganarme el pan. Por un lado me ayudó a entender a esta gente, pero por el otro me autoconvencí de que ese no era trabajo para mí. El gran respeto hacia la libertad de la gente de elegir qué es lo que quiere hacer durante su tiempo libre me impedía hacer mi trabajo en forma eficiente, a no ser que juntara fuerza y lo hiciera sin importarme qué, lo que resultaba en un desgaste tremendo. Así que aquí estoy, ahora mirando desde afuera, sintiendo un gran alivio por ya no estar ahí. Ah... y además no tomamos Coca...

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